Los personajes con superpoderes, marcados por vidas complejas, han sabido encontrar respuestas que inspiran para sobreponerse y fortalecerse
Poco después de conocerle, la psicóloga Mercedes Bermejo observó que el problema de socialización de Álvaro surgía de un duelo no resuelto por su madre. Ella había fallecido cinco años atrás, cuando él solo tenía diez, y el adolescente no había cerrado bien ese capítulo de su vida. Desde entonces, su historia no había seguido el guion más amable. Cuando la psicóloga supo que a Álvaro le fascinaban los cómics, le aconsejó llevar a su rutina lo que haría un superhéroe para dibujar un desenlace mejor de su día a día. No ha sido el único que ha encauzado su vida gracias a este tipo de psicoterapia.
La psicoterapeuta infantojuvenil y directora de Psicólogos Pozuelo, y su paciente idearon una historia en la que el superhéroe imaginario reflejaba su personalidad y sus dificultades, en la que “él mismo tendría que enfrentarse a retos similares, y a través de la cual Álvaro ha sido capaz de darse cuenta de que disponía de recursos y capacidades con los que inicialmente no contaba. Ha sido solo una técnica aislada de todo el proceso, pero a él le ha servido como ejemplo a seguir”, explica Bermejo. ¿Quiere decir que cualquier persona puede superar un trauma, vencer una dificultad o salir de su mediocridad emulando a un personaje de cómic? ¿De dónde sale la terapia basada en los superhéroes? ¿Tiene algún fundamento científico?
Ser como Magneto para abrir las puertas de Auschwitz
Esta aproximación al trabajo psicológico arranca de la terapia narrativa, que da mucha importancia al discurso y a la manera de contar. La terapia narrativa “ofrece a la persona la oportunidad de redefinir su propia vida según el modo narrativo más adecuado para ella, incorporando nuevos elementos y dándole otro significado”, dice la especialista. Según un estudio publicado el año pasado la exposición a los superhéroes aumenta la intención y el comportamiento prosocial porque suelen ser personajes con grandes valores éticos y morales, como la justicia, solidaridad, igualdad y bondad.
La psicóloga Janina Scarlet, nacida en Ucrania, dio forma a esta terapia a partir de su propia vivencia como superviviente del accidente nuclear de Chernóbil, en 1986. Tenía solo tres años y no sabía bien lo que ocurría, pero vio que la gente empezó a enfermar. También ella pasó largas temporadas en el hospital a causa de hemorragias nasales que no coagulaban y migrañas frecuentes que terminaban en convulsiones. Con 12 años, la miseria y la discriminación por su condición judía obligó a la familia a emigrar a Nueva York. Pobre, extranjera, con un idioma diferente y el estigma de la radiactividad, las cosas no mejoraron demasiado. “Hubo días en los que solo quería morir”, recuerda.
De repente, la proyección de la película X-Men despertó su interés por la ciencia ficción y la fantasía. Sentía fascinación por Magneto, un joven capaz de doblar las puertas de Auschwitz para acercarse a sus padres. Empezó a engullir historietas y, por fin, en una de sus prácticas posdoctorales en un campamento de la marina, se dio cuenta de que podía utilizar todos esos relatos con seres traumatizados y heridos como los soldados para ayudar a superar la dificultad que tienen estos hombres, a la hora de expresar sus sentimientos y guiar sus emociones. Fue el embrión de un estilo de terapia que hoy siguen muchos profesionales.
Un proceso para tomar el control de la vida
Karime Fajer, maestra en psicoterapia cognitivo conductual y especialista en cultura popular, es una de las discípulas de Scarlet es. Atiende desde México a BUENAVIDA para contarnos cómo adaptó las enseñanzas de Scarlet a su propio proyecto, Héroes Psicología Pop. “Los personajes de la saga de Harry Potter y los superhéroes de Marvel Comics suelen ser mis preferidos. Además de encontrar en ellos una gran variedad de personalidades y problemáticas para escoger, están al alcance de la mayoría de quienes llegan a su consulta, la mayor parte millennials”, relata.
Cuando un adolescente con depresión es fan de Harry Potter, Fajer le anima a explorar a través de él su aislamiento emocional, irritabilidad, pesadillas o estado de ánimo plano para encontrar bienestar, igual que hacen los personajes en Hogwarts. Para abordar problemas académicos, le resulta adecuado el perfil de Hermione Granger, por su dedicación y gran resiliencia.
Recurre también, por ejemplo, al Capitán América, por sus fuertes convicciones y acciones orientadas a valores. “Es excelente para la terapia de aceptación y compromiso”, dice. Daredevil es un ejemplo de lo dañino de la venganza y de la pérdida. Y La liga de la Justicia de DC es un referente para explicar la importancia de saber conjugar la labor en equipo y la individualidad para alcanzar el éxito, lo que hace que sea muy útil para trabajar con grupos en escuelas y empresas. La cultura popular ofrece infinidad de personajes e historias en películas, series, cómics, libros y hasta canciones. “No es para todos -advierte-, pero supone una herramienta de intervención muy útil para hacer el proceso de psicoterapia más sencillo”.
También el psicólogo Juan José Regadera convierte, en la consulta de la Fundación Cattell, a algunos de sus pacientes en superhéroes para ayudarles a enfrentarse a los obstáculos de la vida cotidiana. “Una vez que se sienta en su papel, de él va a depender encararse con la vida, sacando el coraje de existir. Como tal, tiene una misión, un propósito en la vida y debe cumplir con su destino. Nunca pierde de vista el sentido de su proyecto personal: ser auténtico. Lo que era deforme lo trabaja hasta llegar a crear un superhéroe personal sano y bello”, resume.
Regadera explica que, una vez se identifica con el personaje y se transforma en él, el paciente asume la obligación de conducir una vida que le es propuesta como una tarea que exige riesgo, pero que también le permite la realización de sus cualidades. “Tendrá ante él múltiples posibilidades, pero deberá decidirse por una. Un superhéroe siempre encuentra el modo de sostenerse sobre el mar de dudas. En esta calma pone orden y verdaderamente toma posesión de su vida. Finalmente, el superhéroe se humaniza”, explica el psicólogo.
¿Quieres ser Batman o Joker?
Según Bermejo, la psicoterapeuta de Álvaro, el trabajo con superhéroes está muy recomendado en casos en los que hay un trauma, como la muerte de un familiar, una crisis sentimental o la pérdida de un trabajo. “En estas problemáticas el uso de la metáfora puede servirnos como ejemplo de superación. Ellos también han tenido que atravesar grandes dificultades y, sin embargo, han desarrollado estrategias y habilidades para enfrentarse a ellas. Terapéuticamente nos puede servir para encontrar los recursos y potencialidades de esa persona que viene a terapia”. Bermejo vuelve al ejemplo de Álvaro. Igual que Batman, este adolescente ha tenido que enfrentarse a la pérdida de uno de sus progenitores, pero eso le ha servido para descubrir que tiene superpoderes para enfrentarse a las diferentes dificultades con las que se encontrará a lo largo de su vida.
A la psicóloga le resulta útil la comparativa de los villanos Batman-Joker para la psicoterapia de trauma temprano. “Ambos tuvieron infancias traumáticas marcadas por pérdidas, pero tomaron caminos diferentes: Batman, la defensa de los más desfavorecidos; Joker, la propagación del crimen y el terror. El ejemplo sirve para ver cómo una experiencia negativa puede resultar trasformadora y resiliente o convertirse en un lastre”. Otro referente son las princesas Ana y Elsa, de Frozen. En este caso, son apropiadas para trabajar la igualdad de género o la dependencia emocional, y visibilizan el cambio que está dando la industria de contar historias. “Ya no necesitan un príncipe a caballo que venga a rescatarlas, sino que son capaces de salir adelante por ellas mismas”, indica Bermejo.
El paciente también puede crear una figura con una misión que cumplir y obstáculos que superar. La psicóloga infantil Mónica Gonzalo, compañera de Bermejo, ha escrito su propio cuento sobre superhéroes, Dani contra el miedo, que ayuda a los niños a proyectar en ellos conflictos, traumas o vivencias inconscientes y difíciles de afrontar. “En esta etapa el juego simbólico forma parte de su desarrollo. Cuando siente la magia del personaje y es capaz de solventar una situación de conflicto representada en el juego, se empodera y está preparado para resolverlo en la realidad”, detalla Gonzalo.
Para Bermejo, una de las grandezas de la terapia del superhéroe, es que las aventuras a las que se enfrentan en ocasiones los superhéroes pueden ser extrapolables a los desafíos vitales de cualquiera de nosotros. “Estos personajes -dice- son personas normales que se tienen que enfrentar a un gran reto como la muerte de un ser querido, una injusticia social, el no pertenecer a un grupo, crisis económica, el desamor o el mal. Es muy fácil que nos sintamos representados”.
Además, también sienten tristeza y miedo, como Batman a los murciélagos. Hasta ellos deberían ir a terapia sin que por ello dejaran de tener superpoderes. “Los protagonistas de estas historias toman un papel activo en su vida. No se quedan parados esperando una solución, sino que forjan su propio destino, haciendo cosas por cambiar y superar estos trances”. Recurre a una frase de El caballero oscuro que concentra la esencia de esta terapia: “Un héroe puede ser cualquiera, incluso alguien haciendo algo tan simple como poner un abrigo alrededor de un joven para hacerle saber que el mundo no ha terminado”.